The city of dreaming spires

En la entrada de hoy tenía previsto continuar hablándoles de mi viaje a Corea del Sur (si se acuerdan, les dejé a punto de coger un autobús al centro de Seúl). Pero ocurre que ahora mismo tengo una nostalgia que me inunda el alma, y seguir como si nada se me antoja falso e innecesario. Este blog no es para eso.

La nostalgia me la causa una ciudad que no es la mía, pero en la que he vivido varios años y me ha llenado la memoria de muchos y muy buenos recuerdos. Les hablo de Oxford: «la ciudad de las agujas de ensueño».

Me mudé allí en 2009 para estudiar, una cosa llevó a la otra, empecé a trabajar, me hice un hueco y, aunque siempre he intentado sacarla de mi memoria y seguir adelante, me ha calado hasta los huesos.

Oxford es una de esas ciudades que no dejan a nadie indiferente. A nadie con un poco de inquietud, claro. Tiene de todo y para todos, es de todos y no es de nadie. Quizá por eso todos la sentimos nuestra.

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«Oxford es el lugar más peligroso adonde un joven puede ser enviado» Anthony Trollope

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Un año, ya.

Hoy, si me permiten, la entrada se la dedico a él. Y es que hoy…

Hoy hace un año de todo. Un año del comienzo de una nueva vida, la que hemos empezado juntos.

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Un viaje en el que da igual el destino, lo importante es que el camino lo estamos haciendo juntos.

Hoy hace un año que tenemos un techo con libros y besos. Un año en el que nada es demasiado importante, ni demasiado urgente porque siempre podemos acordarnos de una época en la que todo, absolutamente todo, era más difícil y más gris.

Hoy hace un año que recibo cada mañana con una sonrisa. Sí, también las de los lunes. Un año en el que los domingos dejaron de ser nostálgicos porque ya sí estaba en casa.

Hace justamente un año que descubrí que «ese piso de aspecto viejuno y con muebles feos» era en realidad nuestro hogar. Un  año en el que a veces hay flores y a veces muecas, pero nunca faltan los besos.

Hoy hace un año que nos echamos de menos muchas menos veces, pero esas pocas ocasiones nos echamos de menos mucho más. Un año en el que hemos aprendido cómo le gusta el café al otro, y ambos coincidimos: juntos.

Hoy hace un año que yo soy mucho más yo y tú eres mucho más tú, y aún así seguimos sumando días con ganas e ilusión de continuar descubriendo lo que nos falta.

Un año, ya… Gracias, por ser y estar.

Disfrutar de cada etapa del camino

Soy un desastre, lo reconozco. De esos desastres de personas a los que por semana les cuesta un triunfo levantarse de la cama cuando suena el despertador y los fines de semana, pudiendo dormir hasta cansarse, se convierte en alondra. Que las alondras son muy bonitas, sí, pero una necesita una cura de sueño de vez en cuando…

Hace mucho que no escribo, qué sé yo por qué. La verdad es que cosas que contar no me faltan, pero pienso yo que igual a ustedes les da igual todo eso que a mi me va pasando y me disperso…

Podría empezar hablándoles de mi proceso de coaching, por ejemplo. Ya les decía que mi coach es un tío bastante guay, aunque se tiró mucho tiempo sin recomendarme un libro de esos para re-ordenarme. Llegué a pensar que creía que me basta con las sesiones juntos, hasta que después de un par de sesiones más apareció con una lista entera. ¡Una lista! ¿Tan patas arriba me veía? Sigue leyendo

Viviendo deprisa, o cómo un tostador te hace despertar

Se nos ha estropeado el tostador. No lo he venido necesitando porque últimamente he cambiado el pan por la avena. Ya saben, cosas de la dieta.

El otro día sin embargo, a Mr. A y a mí nos apeteció pan con tomate para desayunar así que tiramos de sartén. ¿Cómo puede haber tanta diferencia en el sabor? No es que fuera la primera vez que tostaba el pan de forma «tradicional», claro,  pero hacía tanto tiempo de la última, estaba tan acostumbrada a ese sabor «acartonado» que casi lloré de la emoción.

Fue como volver al pueblo, cuando tenía cinco años y mi abuela nos ponía el Cola Cao para desayunar y el pan con un poquito de aceite y azúcar; y nos lo comíamos despeinadas y en pijama en el patio de casa, sin más ruido que el piar de los pájaros y el Sol asomando por el Cerro Pescuezo… Sigue leyendo